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Un cura debe vivir para poder ejercer su tarea, y sus gastos personales son dinero y tiempo que se les sustrae a los pobres. El cura decide, entonces, postergar su ardiente deseo de servir al prójimo para asegurar que su sucesor pueda hacerlo a tiempo completo, con todas sus necesidades satisfechas de antemano. No será él quien realice los actos de caridad, pero con su abstención se asegura que otros los harán. El resultado de este sacrificio es una casa, un palacio maravilloso, símbolo y monumento de la Caridad que seguirá embelleciéndose eternamente.

  • Año de publicación 2014
  • Editorial Hueders